domingo, 31 de marzo de 2019

ENRIQUE VIII Y SUS REINAS (IX)


               Los últimos meses de la vida de Cromwell estuvieron marcados por su tensión con el Duque de Norfolk, Thomas Howard, uno de los hombres más poderosos de la Inglaterra de Enrique VIII. El duque había sido un hábil jugador que se había sabido beneficiar del matrimonio de su sobrina Ana Bolena con el rey, y que se había apartado de esta a tiempo como para no verse implicado en la caída de la reina. Sus dotes militares y políticas se habían cuestionado durante la Peregrinación de Gracia y luego se había ocupado de solucionar esas dudas a base de espadazos. Y aunque Cromwell había conseguido que Enrique se casara con su candidata, Ana de Cleves, Norfolk consiguió que en la corte de la nueva reina se incorporara a una joven dama, su sobrina, Catalina Howard, hija de su hermano Edmund Howard y su esposa Joyce Culpeper. Catalina tenía dieciséis años cuando se la presentó en la corte, y de inmediato consiguió atraer el interés de Enrique, al que al parecer ponía bastante burro. Norfolk alimentó este encaprichamiento, probablemente pensando que podía convertir a Catalina en una nueva Ana Bolena, y a través de ella, moderar el carácter reformista de la Inglaterra que Cromwell había estado construyendo, ya que parece que los Howard eran mucho más conservadores de lo que Ana y Cromwell habían promovido. Según se distanciaba de Ana de Cleves, Enrique se acercaba a Catalina, a la que llamaba su "rosa sin espinas",  y junto a la que acudía por ejemplo a las fiestas celebradas por el Arzobispo Gardiner y otros hombres notables del entorno del rey.

Un retrato realizado por nuestro ya habitual Hans Holbein el Joven, que se dice que pudiera ser Catalina Howard. Mucha cara de ursulina tiene para lo que luego contaban... 

               Lo que pasó después, ya lo sabemos. Enrique rechazó a Ana, apresó a Cromwell, y el mismo día en que a este le cortaban la cabeza, él se casaba con Catalina. Anteriormente este matrimonio hubiera necesitado de dispensa papal, ya que Catalina era prima de Ana Bolena, pero en aquellos tiempos, Enrique ya se había convertido en un Juan Palomo de yo me lo guiso y yo me lo como, así que ningún problema para la boda. Catalina era joven, divertida, hermosa... y se la pelaba todo lo que no fueran las fiestas, las joyas y los vestidos. Era una Kardashian del siglo XVI. Así que chasco para su tío, que si pensaba influir en la política de Inglaterra a través de ella, iba dado. Es más, cuando Cromwell fue depuesto y posteriormente decapitado, ninguno de los numerosos títulos que había ostentado recayó en Thomas Howard, y de hecho, Enrique distribuyó esos títulos entre diferentes hombres, quizá pensando en no volver a centralizar en una persona tanto poder como había tenido Thomas Cromwell.

               Enrique tenía cincuenta años, Catalina dieciséis, y la pareja comenzó una luna de miel viajando a través de Inglaterra, donde Enrique podía mostrarle a su joven esposa lo mucho que le quería su pueblo, pero tuvieron que cortar el viaje porque Enrique comenzó a encontrarse mal, de modo que tuvieron que volver apresuradamente a Hampton Court, teniendo que pasar las navidades en Londres. ¿Y quienes andaban por allí? Vamos a ver a dos personas, una nueva y una a la que ya conocemos...

               Esta última es lady Jane Bolena, la ahora viuda de George Bolena y que con su testimonio había asegurado la muerte de su esposa y su cuñada. Lady Rochford había seguido formando parte de la corte, y había sido una de las damas de Ana de Cleves que de nuevo había colaborado con los deseos del rey al confirmar que su matrimonio con la alemana nunca que había consumado, lo que permitió a Enrique divorciarse de esta. Así que Lady Rochford había continuado al servicio de la nueva reina, con la que tenía parentesco político, siendo una de sus damas principales. El desconocido es un nuevo personaje que entra en juego, Thomas Culpeper (sí, otro Thomas, que además debía ser familia más o menos cercana de la reina). De este chico, que se había hecho con gran renombre en la corte en los últimos dos o tres años, se dice que era guapo a lo bestia y que tenía a las damas de la corte dando palmas con los bajos, y de hecho, había llamado la atención del propio rey, que lo había convertido en Caballero de la Cámara Privada, es decir, una de las personas más cercanas a Enrique, ya que se encargaba de vestirle y desvestirle, así como de dormir junto a la habitación de este.

               Catalina era joven y divertida. Culpeper guapo y pretencioso. La tragedia estaba servida. ¿Y qué tiene que ver en esto Lady Rochford, que la habíamos dejado atrás y hemos vuelto a ella? Pues que por algún motivo, decidió colaborar con los jovenzuelos y facilitar sus encuentros íntimos a espaldas del rey. Al parecer la cosa venía de antes, Catalina y Culpeper se habían conocido en el tiempo en el que el rey había estado casado con Ana, pero no iba a ser el único "fantasma del pasado" en aparecer en la vida de la joven y nueva reina. Catalina había pasado parte de su juventud en la casa de su abuela, Agnes Howard, la duquesa viuda de Norfolk, y allí, al parecer, había tenido algún encuentro subidito de tono con un caballerete llamado Francis Dereham, y al parecer también había tenido un algo con su profesor de música, un tal Henry Manox, que entendiendo que por aquellos años Catalina tenía once años, hoy en día tendría mucho que explicar.

               Dereham apareció de nuevo en la vida de Catalina después de que esta se casara con Enrique, y de alguna manera, terminó convirtiéndose en Secretario Privado de la reina. Si Catalina lo hizo bajo chantaje o porque de verdad le apetecía tenerle cerca no lo vamos a saber nunca, pero el caso es que fue un error y muy gordo. Dereham era un bocazas que se dedicó a pregonar a los cuatro vientos su amor por Catalina, su intención de casarse con ella cuando muriera el rey, y que él y Catalina habían estado prometidos años atrás. Dereham terminó calentando a Culpeper, y el enfrentamiento entre ambos se hizo prácticamente público en la corte. A todo esto, resulta que Dereham no era el único que planeaba sacar beneficios de la presencia de Catalina en la corte inglesa. Una de las jóvenes que había pasado su infancia en la casa de la Duquesa Viuda (que por lo que cuentan debía la versión medieval de La Posada un jueves de gala de Gran Hermano) era Mary Lasells, y su hermano, el predicador reformista John Lasells, le sugirió que acudiera a ella para conseguir un cargo como dama de compañía. Mary debió decirle a su hermano que ni muerta, que la corte de la reina era todo vicio y perversión, y John Laselles se fue a contárselo todo a Thomas Cranmer, el Arzobispo de Canterbury y aliado de Thomas Cromwell, enemigo por lo tanto de los Howard... Después de dar palmas con las orejas, Cranmer comenzó una investigación sobre lo ocurrido en la casa de la Duquesa Viuda, hubo varios detenidos, y en los interrogatorios, Dereham terminó contando que Catalina tenía más que palabras con cierta asiduidad con Culpeper y con la ayuda de Lady Rochford. Vamos, que Dereham cantó, y lo hizo con detalle, y los últimos detalles los terminó dando la propia Lady Rochford, por miedo a que la torturaran. Al parecer, al principio Enrique se negó a aceptarlo, pero después de que el Arzobispo Cranmer insistiera, se le permitió interrogar a la propia reina, que terminó hablando del contrato de matrimonio establecido con Dereham, y que fue suficiente para terminar de calentar a Enrique.

Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury y enemigo declarado de los Howard, con cara de buena persona y de no querer decapitar a nadie. En este caso, el autor no es Holbein, si no Gerlach Flicke.


               Catalina fue despojada de su título de reina y luego encerrada en la Abadía de Sión, en Middlesex, mientras en Londres se resolvían el resto de las cuestiones. Dereham y Culpeper fueron encerrados en la Torre de Londres, y finalmente fueron ejecutados en Tyburn el 10 de Diciembre, acusados de traición. Culpeper consiguió que le conmutaran la pena, y simplemente fue decapitado, pero Dereham no contó con el favor real, y sufrió la pena completa, descuartizamiento incluido. Thomas Howard, ni corto ni perezoso, escribió una carta al rey para disculparse por lo ocurrido, echándole la culpa de todo a su sobrina y a su madrastra, la ya nombrada Duquesa Viuda, que también fue detenida y llevada a la Torre. Lady Rochford se volvió loca, y aunque la ley inglesa no permitía el ajusticiamiento de los enajenados mentales, se aprobó una ley para que pudiera pasar por el patíbulo, así que tanto ella como la reina Catalina fueron decapitadas el 12 de Febrero de 1542. Para que nos hagamos una idea de la auténtica personalidad de Catalina, un detalle: se pasó su última noche de vida ensayando cómo debía poner su cabeza en el cadalso para que resultara bonito.

               De todos los participantes, la única que no fue decapitada fue Agnes Howard, que permaneció en la Torre hasta 1545, año en que finalmente moriría.

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